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La verdad es que escribir me gusta mucho. Incluso cuando no me gusta, me gusta.
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Ahora mismo estoy obsesionada con la poesía pastoril, la Dánzika —unos aeróbicos setenteros para prevenir el Alzheimer—, los pódcast documentales, las historias de amor y las drag queens.
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Pero cambio de obsesiones muy seguido.
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Supongo que es porque me gusta aprender. Y cambiar. Y amar las cosas con intensidad.
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Cuando escribo, me gusta extenderme y jugar. A menudo escribo sobre mi propia experiencia, aunque me canso rápido de mí misma.
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Desde 2017 también comparto talleres de escritura. Me gusta, con la misma pasión, escribir, escuchar y editar.
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